La Propuesta de Nueva Constitución y los Derechos Humanos
Este 04 de septiembre próximo el pueblo chileno deberá decidir en un plebiscito si aprueba o rechaza la Propuesta de Nueva Constitución para Chile la que fue elaborada por la Convención Constituyente organismo conformado por 154 integrantes, elegidos democráticamente, con paridad de género, y donde participaron, incluso, representantes de los pueblos originarios.
A más de 32 años del retorno a la “democracia pactada” en Chile, sigue vigente la Constitución de 1980 -impuesta en un plebiscito fraudulento por Pinochet- la que, pese a que tuvo pequeñas reformas el 2005, ha mantenido un modelo de sociedad neoliberal e individualista donde los derechos económicos, sociales y culturales, entre otros, no están garantizados para la mayoría de la población.
La Constitución de 1980 ha sido el pilar fundamental -defendido por la derecha y la élite chilena- que impuso el neoliberalismo y que hizo posible, entre otros, la privatización de los fondos de pensiones, de la educación, la salud, y hasta del agua. Los derechos humanos se transformaron en un botín, en una mercancía y en un buen negocio para los empresarios chilenos y las grandes corporaciones internacionales.
Según información de World Inequality Database de 175 países, con información disponible, Chile es el 8° país del mundo con mayor nivel de concentración de la riqueza donde el 10% de mayores ingresos se lleva el 60,2% de los ingresos totales del país. Eso puede ayudar a explicar las razones de fondo que generaron el estallido social del 2019 que reclamó que la “dignidad se haga costumbre”. Dicho de otra forma, se espera que el Estado cumpla con los derechos humanos que son la base mínima para que las personas puedan vivir con dignidad.
En este sentido se orienta la Propuesta de Nueva Constitución que dice que las y los trabajadores deben tener sueldos equitativos, justos y suficientes, que todas las personas tienen derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a cuidar y ser cuidados, a no sufrir violencia, ni tortura, a tener juicios justos. Reconoce el trabajo doméstico, los derechos de nuestros adultos mayores, de las y los niños, de las diversidades, de la naturaleza, de los pueblos originarios. Son tantos y, en pocas palabras, consagran los derechos humanos para que las personas puedan vivir con plena dignidad.
Por supuesto la derecha y los grandes intereses corporativos rechazan estas propuestas. Son ellos quienes financian la campaña millonaria del rechazo para engañar a la población chilena con publicidad falsa y fake news que tienen como objetivo impedir que haya cambios favorables para el pueblo chileno. Quieren mantener el modelo neoliberal que le da a unos pocos enormes privilegios y ganancias a costa de la mayoría de la población.
Por todo lo anterior, me sumo a lo expresado por Amnistía Internacional que “Aprobar, es humano”.
#Chile #apruebo Nueva Constitución
* Pablo Ruiz, es parte del Observatorio por el Cierre de la Escuela de la Américas en Chile
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