Contra el negacionismo. “Reivindicamos más que nunca la memoria y la lucha de nuestras compañeras y compañeros”.
Ante el inserto titulado “El 11/9/1973 Chile se salvó de ser como es hoy Venezuela”, publicado por el diario El Mercurio el pasado 11 de septiembre, como Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) expresamos nuestro profundo repudio porque a 46 años del golpe de Estado en Chile, todavía debemos enfrentarnos a sectores que niegan, relativizan y justifican los crímenes de lesa humanidad de los que fueron víctimas nuestros familiares tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la posterior dictadura cívico-militar que se instauró durante 17 años.
Ante este inserto reivindicamos más que nunca la memoria y la lucha de nuestras compañeras y compañeros, luchadores sociales, sindicalistas, artistas, estudiantes, intelectuales, periodistas, profesore/as, obrero/as y campesino/as quienes fueron víctimas de una dictadura feroz y sangrienta, que utilizó la persecución, el exilio, el secuestro, la tortura, la ejecución y la desaparición como una forma de retrotraer la historia y frenar los profundos cambios sociales, políticos y económicos que ellos representaban y que se instalaban en nuestro país en favor de las mayorías.
Reivindicamos también el proyecto de la Unidad Popular encabezado por el presidente Salvador Allende Gossens, que logró mediante un proceso democrático y pluriclasista y con la convicción de una vida justa y digna para todas y todos, llegar al poder a través de una elección democrática, de la mano de las inmensas mayorías hasta ahora excluidas de los espacios de poder. El Programa Básico de la Unidad Popular fue sin lugar a dudas un programa revolucionario, que instalaba la justicia, la igualdad y la felicidad como la base del desarrollo social y económico del país. Buscó frenar la desigualdad e instalar un sistema económico que permitiera la redistribución de las riquezas en favor de un acceso igualitario a la salud, la educación, la vivienda, la entretención, entre otras. Así bajo la Unidad Popular no solo se nacionaliza el cobre, sino que se decreta la entrega de ½ litro de leche para todos los niños y niñas de Chile, medida vigente hasta hoy, creo balnearios populares para las y los trabajadores. Se profundiza la reforma agraria, se avanza en el control estatal de las industrias, y también la cultura se vio favorecida con la creación de la editorial Quimantú y del sello musical DICAP, entendiendo que el acceso a la lectura, la música y el arte era parte fundamental en la construcción de sociedades justas y democráticas.
Son precisamente estos logros y avances de la Unidad Popular en sus 1000 días de gobierno, los que se quieren borrar y desconocer. Pretender equiparar el gobierno de la Unidad Popular con la crisis que hoy viven nuestros hermanos venezolanos, es parte de una estrategia que solo busca justificar el actuar golpista de ayer en nuestro país y desestabilización hoy en Venezuela, de parte de un mismo sector político y económico.
Consideramos asimismo relevante reflexionar respecto al rol de la prensa y la ética en el ejercicio del periodismo. Conocemos la historia de El Mercurio y del grupo de poder que lo sustenta. No solo fueron parte activa en la desestabilización y sabotaje al gobierno de la Unidad Popular, sino que también son responsables de los titulares que hasta hoy avergüenzan al periodismo. Basta recordar que, en la edición de El Mercurio del jueves 13 de septiembre de 1973, días después del golpe de Estado que bombardeó La Moneda y derrocó al presidente Salvador Allende, se leía: “Junta militar controla el país” “Murió Allende” “Hacia la recuperación Nacional”. Luego, vinieron otros titulares del grupo Edwards como “Exterminados como ratones” para ocultar el asesinato de 119 militantes de izquierda o “No hay tales desaparecidos”, con los que se buscaba ocultar la verdad tras los crímenes de la dictadura. Por ello, las organizaciones de derechos humanos comenzamos a hablar de dictadura cívico-militar, precisamente para denunciar y evidenciar la participación de civiles, como empresarios, médicos y periodistas en la instalación del terrorismo de Estado en Chile.
Finalmente este inserto, evidencia a quienes antes apoyaron el golpe de Estado y las violaciones a los derechos humanos, y hoy mantienen el poder político y económico, y también el control de los medios de comunicación. Sin embargo, las organizaciones sociales y las agrupaciones de derechos humanos, seguiremos en la lucha por la verdad, la justicia y la memoria. Seguiremos reivindicando la dignidad que significó para miles el gobierno de la Unidad Popular y seguiremos luchando contra los discursos negacionistas que buscan perpetuar la mentira y la impunidad con la convicción y “certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
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